No sos vos, soy yo… Una frase simple, tan conocida y utilizada a la hora de desarmar vínculos de pareja, alguna vez sirvió hasta para titular una película muy divertida del cine argentino, con Peretti y Dopazo.
A través de la historia, pasando de un siglo a otro, y después a otro, entre todos los argumentos fáciles para terminar una relación amorosa, esa debe ser la frase más utilizada. “No sos vos, soy yo”. “Estoy confundido/a”. “No quiero hacerte daño”, y demás cursilerías que intentan anunciar y facilitar el espiante, cargando las culpas en las inseguridades propias. Porque si para salir del entuerto hay que poner cara de sufrimiento y simular interés en el bienestar de la contraparte, bien vale la pena un par de toneladas de humillaciones.
Por Luis Giachino