Miércoles 16 de Julio de 2025

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OPINIÓN

15 de julio de 2025

YPF. Crónica de una desgracia anunciada

Dice Santiago Kovadloff, que los pueblos son interesantes, en la medida en que renuevan sus problemáticas. Porque si sus motivaciones giran siempre alrededor de los mismos problemas, se transforman en sociedades monótonas, inmaduras, aburridas, atadas a la misma realidad de vuelo bajo. Somos un País poco interesante para el resto de la comunidad internacional.
Por Luis Giachino.

En “Crónica de una muerte anunciada", Gabriel García Márquez imaginó una historia donde,  desde un principio, todos saben cómo será el desenlace. Todos menos el protagonista. En el caso YPF, nos ha ocurrido exactamente lo mismo. El suceso lleva años dando vueltas y todos sabían lo que iba a pasar. Todos menos nosotros, el pueblo.  Los protagonistas que, finalmente, sufrimos de estos desenlaces a repetición.

Y ahora, de la noche a la mañana, resulta que ¡zas! hay una deuda. Y además hay que pagarla. Inmediatamente y a nuestra usanza, salimos todos a opinar como si supiéramos.. Y  aparecen los especialistas que debieron haber estado hibernando y de repente, les prendieron la estufa. Es una pena que no se hayan despertado antes. Porque mientras nada se movía, nada decían,  ahora, llegaron para decir lo que nunca dijeron. O lo  dijeron en voz baja, en lugares poco conocidos para auditorios escasos.

Según esas voces, la clave está  en saber quién es el culpable. Porque, en definitiva, no importa la solución. Lo que verdaderamente interesa es saber qué rédito le puedo sacar a esto. En Argentina, estamos acostumbrados a que el espejo retrovisor sea más grande que el parabrisas. Nuestra fascinación por analizar mirando y culpando desde el pasado es enorme. Tanto como nuestra aversión a mirar el futuro y planificar en consecuencia.

Pero, como siempre, estamos en  época de elecciones, permanentemente, estamos planificando las elecciones que llegarán dentro de dos años. Por eso, las respuestas son de barricada. Y con ese panorama restringido, cortoplacista y mezquino, pretendemos encontrar  las soluciones de los problemas reales.

Como en todo lo que surge de nuestra realidad, hay que hacer un esfuerzo para visualizar lo que realmente ocurre. No es algo nuevo en nuestro País. Es lo habitual. Pero por un momento, hay que dejar a un costado los juicios de valor para empezar a tratar de desenredar esta madeja y comprender.

Porque los hábitos rigen la vida de los hombres y los hombres rigen la vida de las sociedades. Por lo tanto, los hábitos terminan definiendo la vida de los pueblos. Si uno no desarrolla buenos hábitos, indefectiblemente, desarrolla malos.

Demos un ejemplo. Si no desarrollas el hábito de madrugar,  duermes hasta tarde. Si no desarrollas el hábito del orden, vas a ser desordenado. Si no desarrollas el hábito de mirar adelante,  siempre vas a mirar al pasado. La manera de terminar con esto, es, sencillamente, proponerse cambiar el enfoque. No tiene más vueltas. Se necesita determinación, dejar de declamar, y empezar a realizar.

Demos otro ejemplo. En 1907 unas personas que realizaban perforaciones en la patagonia intentando encontrar agua, encontraron accidentalmente petróleo. Pudo ser una más de nuestras historias de desencuentros. Pudo ser un mal paso en la búsqueda de un recurso que permita la instalación de la población en una región casi deshabitada del territorio nacional. Pero para quien tenía el pensamiento estratégico antepuesto a lo inmediato, el descubrimiento del petróleo fue el desencadenante de todo lo que vino después. Permitió poblar la patagonia, construir infraestructura vial, redes de servicios, viviendas. Y fundamentalmente, crear una empresa petrolera nacional que posibilitó el autoabastecimiento energético y la estructuración del país. Si Enrique Mosconi no hubiera ampliado la visión y cambiado el enfoque, no hubiéramos tenido política energética nacional y todas las interrelaciones que ha generado YPF en sus más de 100 años de vida. Porque la visión estratégica de los recursos mira mucho más allá de lo que se puede ver cuando se repiten los discursos de algún manual y de alguna moda.

Cuando ese cambio de enfoque está relacionado con el futuro de un país, se le llama “Plan Estratégico Nacional” (PEN).

Los PEN, tienen como finalidad, trazar los objetivos a desarrollar para el futuro. No es que se desconozca el presente. Es que la administración de los recursos de hoy,  se piensa planificando lo que vendrá.

Eso sólo se logra con una definición consensuada de todos los protagonistas. No es mi capricho. Es el resultado de un profundo análisis y unas acaloradas discusiones de los objetivos como Nación, entendiendo que la Nación, somos todos. No unos y otros. Todos.

Una vez definidos los PEN, se traza la hoja de ruta. A eso se le llama “Políticas de Estado". Sin importar quien tenga el rol ejecutivo, estas políticas se mantienen en el tiempo, con los matices distintos de cada mandatario que llegue al poder. Pero se mantienen. Porque así, lo definimos entre todos.

Es difícil imaginar, después de los bochornos que vemos entre los legisladores nacionales, la bajeza de los discursos de los miembros del poder ejecutivo y, sobre todo, la agresividad ya habitual en las palabras del señor presidente, que el verdadero consenso pueda lograrse. Por lo menos, en el corto plazo. Pero si estamos dando vueltas por acá, es porque pensamos que merece la pena hacer el intento.

No es todo culpa de este gobierno. En los anteriores también hubo destratos a los adversarios políticos. Y podríamos extendernos hacia atrás en el tiempo hasta el momento que nos parezca. Pero no tiene sentido. O lo puede tener si lo hacemos para encontrar y reconocer los orígenes de nuestras falencias actuales. Porque lo importante es que empecemos a corregirlas y nos enfoquemos en lo que va a venir.

La manera civilizada de convivir es más lenta. Exige esfuerzos para acordar y consensuar. Mucho más rápido y menos exigente y desgastante es hacer lo que le parezca a quien llega a manejar el espacio de poder que sea. Pero, acá estamos. Porque eso es lo que se viene haciendo desde hace décadas, con los resultados lastimosos que queremos revertir.

Insistir por ese camino es seguir apelando a la barbarie entre facciones. Y la antropofagia no nos estaría dando los resultados que pretendemos. Sin embargo, quienes creen que representan a nosotros y a nuestros intereses, orientan sus mandatos de pocos años, a concretar obras que sirvan a los intereses electorales personales o partidarios. Absorbidos por la realidad, solo llegan a realizar planes políticos electoralistas.  Vivimos en la inmediatez. No es posible la visión de mediano y largo plazo. Entre la miopía y la presbicia, el país no alcanza a ser visualizado.

Pero no siempre las mezquindades cortoplacistas han marcado el camino. Y tenemos algún ejemplo cercano en la última gran obra que se realizó en esta provincia. El Dique de Potrerillos fue llevado adelante a través de décadas de estudios, proyectos, disputas por obtención de recursos. Finalmente, comenzó su construcción con alguna gestión, se construyó en varias otras y a alguna otra le tocó la suerte de la inauguración. Todos recordamos la foto del día del inicio de las obras, con los cuatro últimos gobernadores que se habían sucedido en el cargo y habían ido pasando la posta. Un símbolo de civilización forjado en estos pagos.  Debería ser recordado más frecuentemente por los gobernantes, la dirigencia política y por todos los ciudadanos. Porque ocurrió acá, a la vuelta de la esquina. Y no fue hace tanto.

Se puede hacer un gasoducto y llamarlo Che Guevara. O, hacer el mismo gasoducto y llamarlo General Roca. Pero el gasoducto tiene que estar. El gas debe llegar a los hogares y las industrias. No puede haber discrepancias ideológicas en la necesidad estratégica de la obra. Porque hoy, un gasoducto que no se ha terminado,  no permitió que, en pleno invierno, el gas  llegara a destino. No calefaccionó a muchos hogares, hubo que cortar el suministro a estaciones de servicio y a industrias dependientes de ese combustible. Y no preguntó la preferencia ideológica de los que se quedaron sin el recurso. Pero la única discusión que hemos sostenido en el tiempo, es si el gasoducto que está inconcluso se llamará Kirchner o Belgrano.

Mientras sigamos en los temas superfluos y los que tienen que pensar políticas de Estado estén atentos a las vedettes de turno, a los mandriles, a lograr nuevas marcas en las peleas y los niveles de crueldad, solamente vamos a seguir buscando el futuro por el espejo retrovisor.

 

 

 

 “En la vida, una de las cosas más fáciles es tener ideas y proyectos y, hasta puedo decir, muy buenas ideas y proyectos; basta para ello un cerebro discreto y un poco de imaginación; pero lo endiabladamente difícil es tomar la más pequeña idea o proyecto, organizarlo, ponerlo en pie y hacerlo marchar. Y cuando se trata de asuntos dirigidos por el gobierno, y que por lo tanto son blanco de toda clase de críticas, justas o injustas, imparciales o apasionadas, se requiere una total convergencia de fuerzas y propósitos para llevarlos a cabo.”

 

Gral. Enrique Mosconi

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