OPINIÓN
2 de julio de 2025
Activar la Defensa del Agua y el Ambiente en Mendoza: Estrategia Ciudadana para un Futuro Sostenible

La provincia de Mendoza, con su geografía de oasis y una historia profundamente ligada al cuidado del agua, enfrenta hoy un desafío de enormes proporciones. En un contexto de presión extractiva creciente —en particular por parte de la mega minería metalífera—, el tejido social mendocino se encuentra llamado una vez más a defender su patrimonio natural, esta vez en condiciones especialmente adversas: criminalización de la protesta, concentración mediática, crisis económica, y discursos que acusan al ambientalismo de entorpecer el progreso.
Por Eduardo Sosa Lic. en Gestión Ambiental
Sin embargo, esa misma historia que presenta amenazas también muestra un legado de fortaleza popular: desde la Ley 7722 hasta las movilizaciones multitudinarias de diciembre de 2019, la sociedad mendocina ha demostrado su capacidad para organizarse, resistir y lograr. Frente a esta nueva etapa, resulta urgente consolidar una estrategia integral de activación ciudadana.
1. Reconstruir el tejido de base: la comunidad como punto de partida
En tiempos de fragmentación e incertidumbre, la recuperación del tejido comunitario es el primer paso. Promover espacios de encuentro barrial, talleres, mingas, foros locales y conversatorios permite compartir saberes, reforzar identidades territoriales y construir confianza. La defensa del agua no puede sostenerse sólo en lo técnico: necesita emoción, pertenencia y sentido.
Estos espacios deben articularse en redes horizontales, donde cada comunidad tenga autonomía, pero también vínculos solidarios con otras. Mendoza tiene una geografía diversa: cada rincón aporta una mirada y una urgencia diferente que enriquece el movimiento.
2. Comunicación alternativa: romper el cerco informativo
Frente a un sistema mediático que silencia o estigmatiza la lucha ambiental, la sociedad civil puede fortalecer y ampliar su propia red de comunicación. Radios comunitarias, medios autogestivos, redes sociales, canales de WhatsApp, boletines impresos, teatro popular, murales y señaléticas en el espacio público son herramientas clave.
La creatividad es la mejor aliada contra el bloqueo informativo. Contar historias desde las voces del pueblo, visibilizar impactos ambientales concretos y humanizar la defensa ambiental puede revertir discursos hegemónicos y atraer nuevas adhesiones.
3. Formación política y legal: saber es poder
Empoderar a la ciudadanía implica brindar herramientas legales, conceptuales y políticas para la acción. Talleres sobre derechos ambientales, uso del recurso de amparo, acceso a la información pública, prácticas de incidencia legislativa y recursos democráticos como la iniciativa popular o las audiencias públicas son fundamentales.
Además, es esencial revisar la historia de la Ley 7722, los conflictos anteriores y los mecanismos democráticos que ya han sido exitosos. Esta formación debe estar adaptada a públicos diversos: jóvenes, adultos mayores, sectores productivos, docentes y trabajadores.
4. Una narrativa propia: el ambientalismo como propuesta de progreso
Ante la acusación de que el ambientalismo es enemigo del desarrollo, es vital construir una narrativa alternativa que muestre cómo cuidar el ambiente es, en realidad, cuidar la vida, el trabajo digno y el futuro común.
Impulsar el desarrollo de economías circulares, el turismo sustentable, las energías renovables, y la agroecología demuestra que otro modelo de progreso —más justo y sostenible— es posible. Las propuestas deben salir del “no” reactivo y transformarse en un “sí” propositivo, deseable y realizable.
5. Redes de articulación multisectorial: sumar fuerzas sin diluir identidades
Las organizaciones sociales, sindicatos, cooperativas, movimientos de mujeres, pueblos originarios, centros de estudiantes, clubes y parroquias son actores fundamentales. Aunque algunos sectores sindicales o corporativos se hayan radicalizado en defensa de intereses extractivos, hay otros con los que es posible tender puentes.
Las alianzas no deben buscar homogeneidad, sino complementariedad estratégica. Es importante construir plataformas comunes sin exigir coincidencias absolutas.
6. Uso estratégico de los procesos democráticos
Aunque haya descrédito hacia las instituciones, la democracia sigue proveyendo herramientas de intervención. El voto es una herramienta crucial: identificar candidatos y partidos con compromisos claros en defensa del ambiente es parte de la estrategia.
Además, la movilización pacífica sigue siendo una herramienta legítima, a pesar de la criminalización. Visibilizar la represión, acudir a organismos nacionales e internacionales de derechos humanos, documentar abusos y sostener el carácter pacífico de las acciones es parte de la defensa legal y política.
Y por favor, no volver a votar a nadie que nos haya defraudado, que vengan otros y después veremos…
7. Cuidar el ánimo colectivo: alegría, cultura y afecto
Las luchas largas necesitan mística. El arte, la música, la poesía, la risa y el juego tienen un poder transformador. La defensa del agua también se nutre de fiestas populares, caminatas, bicicleteadas, ferias y encuentros que sostienen el ánimo y tejen comunidad.
En un contexto duro, cuidar los vínculos y celebrar los logros —por pequeños que sean— es esencial. Lo ambiental no es sólo protesta: es también propuesta de una vida más plena.
Conclusión
Mendoza no parte de cero: tiene historia, experiencia y dignidad colectiva. La defensa del agua no es solo una causa ambiental, sino una causa por la democracia, la salud, la equidad y la vida.
Frente a los desafíos del presente, una estrategia basada en la comunidad, la creatividad, la formación, la articulación y el compromiso democrático puede devolverle protagonismo a la sociedad mendocina. Porque si algo ha demostrado este pueblo, es que cuando el agua está en riesgo, la esperanza también puede brotar como manantial.