ACTUALIDAD
24 de noviembre de 2025
REFORMA LABORAL 7 DE CADA 10 ARGENTINOS EN CONTRA DE LOS APORTES SINDICALES, NADIE CREE EN LOS SINDICALISTAS

El Monitor de Opinión Pública (MOP) elaborado por Zentrix Consultora durante el mes de noviembre muestra que el 67,5% respalda convertir la cuota sindical en voluntaria, consolidando una mayoría social que rechaza la obligatoriedad vigente y expresa desconfianza hacia el modelo gremial actual. El relevamiento también registra un apoyo extendido a modificar la normativa laboral, con una opinión pública que se inclina por cambios estructurales en línea con las iniciativas impulsadas por el Poder Ejecutivo Nacional. Fuente Consultora Zentrix.
Si a este guarismo se le incorporan quienes se ubican en una posición intermedia –ya sea porque se consideran “neutrales” o porque afirman que no les resulta particularmente relevante el tema– el universo que no se opone a la modificación asciende al 82,2%. En otras palabras, más de ocho de cada diez personas se muestran de acuerdo o, al menos, no presentan resistencia frente a la posibilidad de eliminar la obligatoriedad de los aportes que hoy se descuentan de manera compulsiva a los trabajadores. Sólo un 17,8% sostiene que el sistema actual debe continuar tal como está.
Cuando estos resultados se cruzan con la orientación política de los encuestados, la conclusión es todavía más llamativa. Tanto entre quienes apoyan al oficialismo nacional como entre los votantes opositores predomina de manera clara el acuerdo con que los aportes sindicales pasen a ser voluntarios. Esta coincidencia transversal –infrecuente en el clima político actual– revela que la discusión sobre las cuotas sindicales constituye uno de los pocos temas en los que se observa un alineamiento mayoritario entre distintos segmentos del electorado, indicando que la demanda de cambio en el esquema gremial excede las divisiones partidarias tradicionales. Respecto a la posibilidad de que se realicen reformas laborales, más de la mitad de los encuestados (55%) se manifiesta a favor de actualizar o reemplazar la normativa vigente, un resultado que se sostiene aun entre quienes expresan dudas o posiciones intermedias. Esta inclinación refleja un diagnóstico social extendido: la estructura laboral actual es percibida como rígida, desactualizada y poco compatible con las dinámicas económicas contemporáneas. La demanda de cambio no surge sólo de la discusión política coyuntural, sino de una lectura más profunda sobre la necesidad de modernizar reglas que regulan el empleo, la contratación y las relaciones laborales. La imagen de los sindicatos constituye otro punto crítico. Los datos muestran una desconfianza estructural: sólo 15,2% declara una percepción positiva, mientras que 63,9% expresa una valoración negativa. El rechazo no obedece únicamente a posicionamientos ideológicos. También expresa una experiencia acumulada de distancia con las preocupaciones cotidianas, percepción de estructuras burocráticas y dirigencias encapsuladas desde hace décadas. El contraste entre su peso histórico y la legitimidad actual queda evidenciado en el relevamiento, donde incluso entre votantes peronistas –su base sociológica tradicional– la negatividad alcanza el 30,2%, revelando que la crisis de confianza excede cualquier frontera partidaria. Credibilidad en las cifras oficiales La confianza en el INDEC muestra en noviembre una mejora leve pero consistente. El 37,2% declara confiar en las cifras oficiales, frente a un 59,2% que mantiene una postura de desconfianza. Aunque esta última continúa siendo mayoritaria, el crecimiento de la confianza respecto del mes anterior señala un proceso incipiente de recuperación institucional. El nivel actual no modifica del todo el escepticismo acumulado, pero sí introduce una tendencia más favorable en la percepción pública del organismo. En paralelo, la inflación perdió centralidad como preocupación principal. Sólo el 5,1% la menciona como el problema más importante del país, ubicándose muy por debajo de la situación económica (30,7%) y de la corrupción (22,6%). Este desplazamiento no implica que la inflación deja de ser relevante, sino que el malestar social se distribuye hoy en un abanico más amplio de dimensiones económicas y políticas. En ese contexto, los debates sobre reformas laborales, modernización institucional y cambios en el sistema sindical aparecen como parte de una agenda más amplia de reorganización económica percibida por la ciudadanía.









