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26 de octubre de 2025
Elecciones 2025: Reflexiones de más de 70 inviernos

A medida que se acerca el año 2025, nos encontramos en una encrucijada en nuestra querida Argentina. Para muchos, como yo, que hemos presenciado más de setenta inviernos, la experiencia de la democracia a menudo se ha sentido como una promesa esquiva. Después de esperar interminablemente el cambio, el sentimiento de que la democracia "finalmente ha llegado" puede resultar agridulce. ¿Qué significa ser participante de un sistema que con frecuencia nos deja desilusionados?
Nota opinión de un lector.
El peso de la experiencia
Con cada ciclo electoral, hay una palpable sensación de expectativa. Muchos de nosotros hemos prestado nuestras voces y votos a candidatos que se comprometieron a traer orden, justicia, salud y prosperidad. Sin embargo, al reflexionar sobre el pasado, ya sea Atila o los líderes modernos, no puedo evitar preguntarme si las cosas habrían sido peores. La decepción está profundamente arraigada: me encuentro en las mismas luchas, quizás incluso más profundas, sintiendo una abrumadora sensación de complicidad. ¿Cómo podría haber apoyado a quienes con tanto fervor invocaron la memoria del General, jurando lealtad al cambio mientras pronunciaban poco más que palabras vacías?
Un Dilema Personal
A mi edad, votar no es obligatorio, y me debato con la decisión de participar una vez más en este proceso político. Mi querida Argentina, ¿Cómo podría elegir sin el temor a más errores? Cada voto emitido se siente como un riesgo, un acto que potencialmente podría perpetuar el mismo ciclo de dolor. Cada elección lleva consigo la esperanza de un mañana mejor, pero mi corazón está apesadumbrado por la duda.
El Deseo de un Cambio Verdadero
En momentos como estos, sueño con un futuro donde pueda declarar con orgullo mi compromiso con nuestra nación, incluso a los 96 años. Anhelo el día en que me digan: "Abuelo, no tienes que venir a votar". A eso, respondería: "Seré argentino hasta mi último aliento". Se trata de más que solo emitir un voto; se trata de la esperanza de una solidaridad genuina, donde se satisfacen las necesidades y las soluciones surgen de los corazones de quienes se preocupan profundamente por sus conciudadanos.
Mirando hacia adelante con esperanza
A medida que se acercan las elecciones, me recuerdo a mí mismo que no se trata solo de las opciones que tengo ante mí, sino de la posibilidad de un futuro más brillante. Esta es mi promesa a Celeste y Blanca: seguiré comprometido y esperanzado en un panorama político que defienda los valores que aprecio. Al navegar por este complejo tapiz de la democracia, busco no solo liderazgo, sino una comunión de ideas que impulsen un progreso real.
En este viaje contemplativo hacia las elecciones de 2025, abrazo mis miedos y esperanzas. Con cada temporada que pasa, recuerdo que la verdadera democracia requiere paciencia, comprensión y, sobre todo, compasión por los demás. Solo entonces podremos permanecer verdaderamente unidos, listos para enfrentar lo que venga después.










