OPINIÓN
26 de junio de 2025
Lo que vendrá

"Cuando el pueblo se arrodilla, el tirano se yergue; cuando el pueblo se yergue, el tirano cae."
Libertador General Don José de San Martín
Por Luis Giachino
Ordenemos las ideas para que puedan ser entendidas. Que, para confundir, con la realidad ya tenemos bastante.
Porque, si para estudiar el pasado están los historiadores y para analizar el presente está el periodismo, alguien tiene que encargarse de mirar para adelante y visualizar el mediano y largo plazo. Alguien tiene que evaluar cuáles son las posibilidades, las alternativas. Lo que va a venir, lo que es posible pero todavía no ocurrió.
Durante milenios, a eso se le llamó “Política”.
La política tiene la función y la obligación de visualizar y analizar lo que puede pasar, estudiar caminos, minimizar riesgos. Las contiendas electorales son un objetivo a corto plazo. Solo una prueba a superar para encarar lo verdaderamente importante.
En ese panorama, la contienda electoral es el inicio del viaje épico donde nos vamos a enfrentar a dragones y monstruos, para finalmente llegar al destino grande que nos habíamos imaginado y para el que fuimos votados.
Pero en nuestra realidad, el único objetivo del que se habla y se muestra, son las elecciones de septiembre y octubre de 2025.
Volver al futuro
Hay ideas que tenemos instaladas en la cabeza y nos facilitan la forma de comprender. Son atajos que hacen más sencilla la llegada a la conclusión.
Pero cuando el escenario cambia, los atajos nos pueden llevar a lugares equivocados.
Pongamos un ejemplo.
Antes, cuando se decía “perro”, imaginábamos un Ovejero Alemán de nombre Sultán. Lo veíamos saltando vallas, salvando vidas, ayudando al prójimo. Protector de los niños. Implacable con los malos. Ese era el perro aspiracional.
Pero ahora, al mencionar “perro", viene a nuestra mente un Caniche Toy de nombre Shimo, con cápita tejida y sin oficio conocido. Que pasa más tiempo en brazos que caminando. Y si pisa la vereda, se pierde.
Entre medio, entre un perro y otro, pasaron cosas. Los modos de vida cambiaron. Los departamentos reemplazaron a las casas con patio, las alarmas monitoreadas reemplazaron a los perros, los perros a los niños, y así las relaciones y los cambios podrían extenderse.
Es difícil que, en épocas de cambios, un concepto de un momento determinado, encaje en otro, sin provocar confusiones. Y algo de eso está ocurriendo en los análisis políticos de estos días.
Bien sabido es que, la táctica es un paso menor a la estrategia. La estrategia engloba a la táctica, que es parte del camino que se ha diseñado para alcanzarla. Con este criterio, la táctica del 2025, no puede ser un fin. Si así no lo entendiéramos, estaríamos totalmente acabados antes de empezar la marcha.
Porque, en este escenario político, el 2025 es un plan táctico y el 2027 es un proyecto estratégico.
Debido a tantas incógnitas que se nos presentan para unas elecciones tan cercanas, la única táctica posible, es tratar de sobrevivir políticamente, tratar de no desaparecer. Por eso, vamos a ser testigos de acuerdos, que a simple vista se ven inadmisibles. Pero, para los jugadores del partido, los políticos profesionales, estos acuerdos se han transformado en imprescindibles. Porque, a falta de ideas, de propuestas y de objetivos, lo único que consideran inaceptable es desaparecer del mapa político. “Es preferible la traición, que el llano” decía el chueco Masón.
Pídele al tiempo que vuelva
Con este panorama menor, este escenario de objetivos mezquinos ¿Qué se puede ver para el 2027? ¿Qué debemos tener en cuenta para ese momento?
Tratemos de despojarnos de todo preconcepto. Olvidemos al “perro aspiracional”. Solamente concentrémonos en los indicios, información y datos, que la realidad nos muestra.
Está claro que el Gobierno Nacional, quiere hacer desaparecer a todos los partidos políticos, esconder las diferencias y llevarnos a una simplificación ingenua y ficticia. El análisis no debe demandar ningún tipo de dudas. A ese reduccionismo, se le llama polarización.
De un lado, La Libertad Avanza. Y del otro, el Kirchnerismo. Y nada más.
Para que las cosas se presenten tan ridículamente simplificadas, es vital que en el medio no haya nada. Y en esa “nada”, es donde encaja esta idea de dos espacios de representación. Y los demás, “afuera”. Mientras tanto, otros, que no quieren salir del juego, están dispuestos a ser sometidos a todo tipo de humillaciones con tal de seguir parados en algún casillero. Ahí empieza y ahí termina la táctica y la estrategia. Porque, ante la falta de objetivos, se confunde una con otra. La incapacidad de poder ver una película nos hace creer que es lo mismo mirar una foto.
En este esquema de objetivos menores, es imprescindible desalentar a los votantes. Si alguien no se siente representado por los extremos de la polarización, mejor que se quede en su casa. Que no vote. Da lo mismo ganar habiendo votado un 80% del padrón electoral, como ocurría antes, o con un 50%, como está ocurriendo en las últimas elecciones. Lo único importante es ganarle al otro extremo. No hablemos de legitimidad, de participación ni de conciencia cívica. Este es el nuevo escenario. Pragmático y efectista. Quienes no se encuentran representados en estos dos extremos, no tienen a quien elegir. Y tampoco tienen por qué molestarse en votar.
Eso es lo que nos ofrece el panorama electoral de hoy. Mientras menos votantes, mejor. Mientras menos opciones, mejor. Mientras más enfrentados, mejor.
Y a quienes no se identifican con estos extremos, que es la mayoría de los ciudadanos, se los califica de tibios, mediocres, corrompibles, fracasados, dubitativos, etc… Han vaciado de contenido todo lo que no esté en los extremos.
Esto se ve en el panorama político. Referentes partidarios más dispuestos a saltar de sus espacios que a mantenerse en sus principios, es una realidad, una realidad de inmediatez. Nada mira más allá de las narices, y ese es el problema que tienen muchos. El hecho de perdurar hoy, es más importante que el análisis de lo que viene. Una especie de compra de tiempo. Cómo si el fin fuera simplemente perdurar. Perdurar, sin saber para qué.
Lo que no terminan de ver, ante la apabullante realidad, es que a fuerza de algoritmos y de manejos de redes, han inventado esta “verdad” de cartón. Una realidad virtual a la que están tratando de aferrarse. Porque, hoy, representa la única idea de supervivencia de los partidos políticos. Sin una estrategia a futuro, ganar un poco de tiempo es lo único que se ve en este horizonte. Lo cierto es que se están encaminando a una muerte lenta y segura.
Con Cristina presa, la realidad del Kirchnerismo es su extinción. Ocurrirá de a poco. Pero para el 2027, ya no verán posibilidades de sostener el mito de la viuda detenida. El peronismo la va a olvidar. Y el kirchnerismo quedará como las fuerzas de izquierda. Una fuerza política marginal.
¿Y la polarización?
Bueno, ahí está la clave. Lo que se enfrentará en el futuro, son dos maneras de representación. Una, la hegemónica y verticalista “La Libertad Avanza”. Un espacio dónde la locura y la crueldad serán sus rasgos característicos.
Y la otra fuerza, surgirá de los conceptos de aquellos que, ante la posibilidad de desaparecer, no van a tener otra opción que unirse contra el totalitarismo de un partido con pretensiones de ser “el único”
El regreso de los muertos vivos
En algún momento, lo que es moda y novedad, deja de deslumbrar y cansa. Y lo que fue descartado, los conceptos que permanecen más allá de los deslumbramientos de una circunstancia, los principios, la firmeza en las convicciones republicanas, la firmeza de la prudencia y la integración de todos, vuelven a ser valorados. En algún momento, el convencimiento de que el Estado de Derecho peligra, va a ser priorizado. Y los designios mesiánicos y esotéricos de los hermanos Milei habrán llegado a su fin.
Pero para eso, tienen que unirse los que hoy están separados. Dejar a un costado las diferencias y comenzar a trabajar en las coincidencias, en los temas más poderosos que contribuyen a sostener los principios que mantienen vivas a las democracias republicanas. También, deberán dejar de lado sus aspiraciones egoístas y reconocer que todos, en gran medida, fueron parte responsable de haber llevado a nuestro País a un punto donde los ciudadanos ya no creen que, democráticamente, se pueden resolver los problemas del presente.
El último punto a tener en cuenta, es que, por descuido, por ineptitud o por egocentrismo puro, los espacios políticos no generaron nuevos líderes. Siguen dando vueltas los mismos nombres de antaño. No han creado nuevas camadas de conductores políticos para el gran desafío que nos espera para adelante.
La falta de nuevos dirigentes, en los partidos tradicionales, suman desconcierto a la crisis que enfrentamos en este 2025. Pero, todavía, hay tiempo para hacer maniobras que tuerzan el rumbo. Podemos llegar al 2027 con personas que, antes que su fama, antepongan la ética y los valores que se esperan de los funcionarios. Porque, tampoco es solo un problema de rango etario. No sea cosa que pensemos que lo nuevo, solo por ser nuevo, tiene las virtudes que estamos buscando.
Lo que hoy se ve y destaca en los legisladores, es una predisposición a dejarse someter por el silencio obligatorio. Una actitud vergonzosa y vergonzante de quienes deciden nuestras leyes y forma de vida. Personas que solo se manifiestan por temas de intereses partidarios. Y, de vez en cuando, si los dejan hablar, suelen hacer los papelones que vemos y escuchamos, sobre todo, de esos que, eran “lo nuevo”.
Michel de Montaign sostenia, que cometer fallos es parte de la naturaleza humana. Pero no es un error grave. Lo grave es la arrogancia con la que se lo defiende.
“Nadie está exento de decir estupideces, el problema es decirlas con énfasis”
Mientras tanto, se intenta solucionar los vacíos dirigencias recurriendo a caras que en los 80 y 90 eran jóvenes promesas de lo que podía ser y no fue. Caras remanidas y ajadas a las que se les fue pasando el cuarto de hora. Esa es la renovación política.
Si alguien entiende lo que está pasando y lo que viene para el 2027... .Si alguien encabezara este desafío; alguien cuyas convicciones, principios y firmeza, impidan que las luces del poder lo enceguezcan, y el ruido de los aduladores, le limite escuchar, dialogar y construir acuerdos; una persona con el coraje suficiente ,para no gritar y fomentar el odio a los demás, que entienda que de acá salimos entre todos y con todos. Así, se podrá enfrentar con éxito, a un espacio hegemónico y avasallador.
Alguien dispuesto a encabezar el armado, de un espacio político, donde sus miembros estén convencidos de tener una parte de la razón, pero no toda, y estén dispuestos a acordar un destino de grandeza, para la Provincia y el País. Sin dudas, este espacio por crear, va a aglutinar a muchos que hoy estamos privados de opciones y con esperanzas de una Argentina mejor.
Me hierve la sangre al observar tantos obstáculos, tantas dificultades que se vencerían rápidamente si hubiera un poco de interés por la patria.”
General Manuel Belgrano
Luis Giachino