23 de noviembre de 2024
Los exóticos robots en una casa en Adrogué que sorprenden y atraen a los vecinos: tecnología y reciclaje
Entre computadoras, autopartes y creatividad, un jardín bonaerense se convierte en una galería al aire libre
Marcelo relató que el origen de este enfoque surgió mientras estudiaba en la Escuela de Bellas Artes, donde decidió “hacer algo diferente con materiales en desuso”. Uno de los robots más destacados del taller fue “el primero que hizo Marcelo”, una obra que Federico describió como “la más elemental y la más cara por ser su primera creación”.
Cada robot tiene una historia. Por ejemplo, algunos fueron diseñados a pedido: “Este se inspiró en el T-800 de Terminator”, explicó Nieto sobre uno de los modelos, mientras señalaba que otros todavía esperan un nombre oficial. También incluyen robots inspirados en las películas de Transformers y Star Wars.El taller se consolidó como un espacio educativo que integra disciplinas clave para las generaciones futuras. Enfocado en niños y adolescentes, el taller ofrece clases de robótica, programación, diseño en 3D y circuitos electrónicos. “Nos apuntamos mayormente a los niños y adolescentes porque sabemos que es la demanda del futuro en la tecnología”, señaló Matías Alberini, quien además de gestionar el espacio, participa en la enseñanza.
Cultura Maker también ha sido un punto de encuentro comunitario, donde las clases presenciales generan un ambiente colaborativo. “El hecho de estar en un espacio donde todos trabajan con lo mismo conecta mucho mejor con la actividad”, añadió Alberini.
Cada robot creado por Marcelo tiene un diseño singular y un proceso de fabricación laborioso. “Tardó más o menos dos meses en un robot como este”, detalló Federico Nieto al referirse a las piezas más grandes y complejas. Para algunos encargos, el artista utiliza materiales proporcionados por el propio taller. “Nosotros le dimos un poco de desecho que teníamos, y él fue haciendo con eso”, explicó Nieto, subrayando el carácter artesanal de estas obras.El barrio de Adrogué encontró en Cultura Maker un punto de interés inesperado. Los robots del jardín delantero atrajeron la atención de medios locales y nacionales, además de visitantes curiosos. “Tuvimos días con 50 personas en bicicletas que coparon toda la calle”, recordó Matías, al relatar como grupos de turistas incluyen el taller en sus recorridos.
Al principio, Federico pensó que el proyecto podría no ser bien recibido. “Es un barrio clásico, estilo italiano, y de repente venís con todo esto”, comentó, describiendo la sorpresa inicial de los vecinos. Sin embargo, la comunidad terminó adaptándose y abrazando la propuesta. “Ahora estamos contentos, los chicos juegan afuera, y el lugar se volvió una referencia en la zona”, añadió.Desde su creación, Cultura Maker ha sido un proyecto que creció por iniciativa propia y por la fuerza de quienes lo lideran. Durante años, la difusión del taller dependió del boca en boca y del interés espontáneo de quienes descubrían los robots en el jardín delantero de la casa. Sin embargo, las peticiones para que el proyecto tuviera una presencia más activa en redes sociales fueron inevitables.La expansión del proyecto no se limita al ámbito digital. Con planes para incorporar más tecnología, como impresoras 3D y kits de programación avanzados, Cultura Maker busca consolidarse como un lugar donde niños y adolescentes puedan explorar disciplinas clave para el futuro. “Queremos que sea como un club donde ellos vengan a practicar para, el día de mañana, ser profesionales en lo que decidan”, comentó Matías, reafirmando el compromiso educativo del taller.