OPINIÓN
3 de septiembre de 2024
3 de septiembre de 1971: la dictadura de Lanusse devolvió el cadáver de Eva Perón a su esposo.
Parece que fue ayer, para algunos, otros desconocen por completo, las maldades de la Dictadura Militar, hicieron cosas aberrantes, quitando la vida a personas, pero en el caso de Eva Duarte, ni la muerte los detuvo, robaron y ocultaron el cuerpo, con cosas aberrantes en el medio, hasta que cedieron, devolviendo el cuerpo a Juan Domingo Perón.
El 3 de septiembre de 1971 a las 20.30 hs. una comitiva encabezada por el brigadier Jorge Rojas Silveyra y el coronel Héctor Cabanillas se hizo presente en la casa de Juan Domingo Perón, en Puerta de Hierro. El viejo líder justicialista estaba acompañado por su tercera esposa, Isabel, y el secretario José López Rega. El motivo de la reunión era la devolución de los restos de Eva Perón.
Desaparición del cadáver
Terminadas las exequias de Evita, su cuerpo fue alojado en el segundo piso de la Confederación General del Trabajo (CGT). La intención del gobierno peronista era que el cadáver estuviera en la central obrera a la espera de la construcción de un mausoleo para su eterno descanso. Tres años después del fallecimiento de la Jefa Espiritual de la Nación el santuario seguía siendo un proyecto.
En una de sus primeras medidas la Revolución Fusiladora decretó la intervención a la CGT, sin embargo, el cuerpo de Evita permaneció ajeno a los vaivenes de la política, pero no por mucho tiempo. La noche del 22 de noviembre de 1955 un grupo soldados a las órdenes del jefe de la Secretaría de Inteligencia del Ejército (SIE), coronel Carlos Moori Koening ingresó al sector donde se hallaba y lo retiró en presencia del doctor Pedro Ara, embalsamador y custodio póstumo.
Los militares tenían la convicción que lo mejor que podían hacer era ocultar el paradero del cuerpo, pero debían encontrar un lugar seguro. Razones de seguridad para hacerlo había de sobra: Eva Perón despertaba amor y desprecio por igual, tal vez más que cuando estaba viva, y la Argentina de 1955 era un polvorín a punto de estallar.
Los desvíos del coronel Moori Koening
Moori Koening comprendió que lo mejor era llevarlo al domicilio de un hombre de su confianza. Cumpliendo órdenes de su jefe, el mayor Carlos Arandía lo escondió en el altillo de su casa. Una noche, sobresaltado por los ruidos provenientes de la planta baja de la vivienda, el militar tomó su arma reglamentaria y le tiró a una sombra que se movía. Resultó ser su esposa embarazada.
Consternado por la tragedia que vivió su subalterno, Moori Koening llevó el cadáver a su oficina. En ese lugar el cuerpo fue objeto de los más retorcidos impulsos del coronel, que además lo exhibía en sus reuniones de trabajo. Alguien que lo vio fue la cineasta María Luisa Bemberg, que se había acercado al lugar para tramitar permisos de filmación en dependencias militares. Las desviaciones de Moori Koening llegaron a oídos del dictador Pedro Eugenio Aramburu, que ordenó su relevó.
Entierro clandestino en Italia
El coronel Héctor Cabanillas ocupó el lugar de Moori Koening. La dictadura se puso a trabajar en tres soluciones: incinerar del cuerpo, hacerlo desaparecer en el mar o darle cristiana sepultara bajo un nombre falso, preferentemente fuera del país. Aramburu instruyó a Cabanillas para dar curso a la última opción.
En el más absoluto de los secretos, una comisión militar viaja a Italia con el cuerpo de Eva. Lo enterraron en el Cementerio Maggiore de Milán bajo la identidad falsa de María Maggi de Magistris. Desde ese momento sólo quienes participaron del operativo supieron lo que había pasado.
Entre cadáveres y negociaciones
El 29 de mayo de 1970 Pedro Eugenio Aramburu fue secuestrado por Montoneros. Los secuestradores exigieron la devolución del cuerpo de Evita a cambio de la liberación del ex presidente de facto. El Gobierno inició una gestión interna para repatriar el cadáver, pero los terroristas ultimaron al militar golpista sin dar tiempo para la aparición de los restos de Evita.
En marzo de 1971 el Comandante en Jefe del Ejército, Alejandro Agustín Lanusse, asumió la presidencia decidido a negociar con Juan Domingo Perón. El viejo líder justicialista estaba exiliado desde 1955. Desde España alentaba a las "formaciones especiales" que actuaban para debilitar a la dictadura. Para contrarrestarlas el Gobierno de facto lanzó una convocatoria al diálogo con todos los partidos políticos, a la que llamó Gran Acuerdo Nacional.
Agobiados por la escalada terrorista, los militares pensaban que era hora de buscar una salida democrática incluyendo al peronismo. Estaban convencidos de que Perón era el único político en condiciones de aplacar esos desbordes. Por eso, como gesto conciliador y de buena voluntad, Lanusse ordena la devolución del cuerpo de Evita. La negociación duró hasta 1972, cuando Perón pudo pisar suelo argentino después de 17 años. Meses después el régimen llamó a elecciones. El peronismo volvió al poder, pero ya no era lo que fue entre 1945 y 1955.
Por Gustavo Zandonadi, especial para NOVA