OPINIÓN
15 de mayo de 2024
Miserias y engaños de la política gubernamental.
Si hay algo indudable de las fiestas es que las mismas no duran mucho, que tarde o temprano finalizan y que generalmente alguien paga sus consecuencias.
Concluyó la fiesta y aparecieron el agotamiento y el sabor amargo que nos dominan al desplazarnos por algo parecido a una desolada calle bordada de maniobras, operaciones oscuras y fraude generados por la administración provincial.
Alguna vez se habló de Malargüe como del “gigante dormido” para pasar a una lluvia de discursos y frases esperanzadores y repetidas hasta el cansancio. Una repartición oficial nos llenó de pancartas y merchandising que rezaban “Portezuelo del viento, la megaobra del siglo”. Ni hablar de la minería, que en algún momento estuvo a flor de labios de cuanto político oportunista visitara nuestro departamento.
Durante los últimos veinte años muchos vecinos de Malargüe, quedaron fascinados ante una catarata de promesas vertidas en edulcorados discursos que anunciaban un vibrante crecimiento con un futuro muy prometedor.
El actual gobernador en su primer mandato y el títere informe e inoperante que le sucedió, al igual que el intendente que afortunadamente en diciembre se alejó dejando un firmamento de disparates y corrupción, nos prometieron la panacea.
El escenario político urdido en la cima del poder provincial no puede ser más descorazonador, engañoso, doloso y fraudulento.
Portezuelo del viento y el trasvase del Río grande constituyen el más claro ejemplo del despojo al cual se encuentra sometido nuestro departamento, de acuerdo con las últimas noticias de que disponemos sobre el particular. Los fondos irán para cualquier lado, menos para el destino para el cual fueron asignados oportunamente. Graciosamente Cornejo dispondrá que los mismos vayan a obras de dudosa necesidad en lugares en los cuales los padrones electorales aparezcan más apetecibles en posibles votos.
Resulta prácticamente imposible poder explicar que una obra que aparece como la más importante de los últimos 100 años para la provincia en general, pero para Malargüe en particular no se vaya a realizar por los manejos antojadizos y poco claros del mandamás provincial de turno.
Mendoza es hoy una provincia inmolada, manipulada, empobrecida y saqueada por la pandilla de Don Cornejo que no sólo se han revelado corruptos con la minería y las prebendas para el club de amigos, sino que transformaron la provincia en una impiadosa fábrica de pobres, donde el exponencial enriquecimiento de unos pocos contrasta con la miseria y pobreza de tantos otros.
Hacia el futuro la luz de la esperanza es débil, pero persiste y por debajo de las burbujas y contratiempos de la política, sobrevive una provincia del trabajo, de la inteligencia y la honradez, que es la que permite que continuemos siendo pujantes por su gente. No quiero concluir alentando ilusiones de un optimismo dulzón y facilista. No es fácil el presente y forjar el futuro será una tarea ardua, pero es posible hacerlo. Hay condiciones para ello, están presentes, aunque a veces no las percibimos, a veces las ignoramos y nos negamos a verlas, pero están.
Horacio Marinaro “El Observador de Malargüe”