Domingo 2 de Noviembre de 2025

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OPINIÓN

30 de abril de 2024

MEJOR BURROS QUE CUESTIONADORES.

Llego el día, mi hijo el Doctor.
No fue fácil, muchos colectivos, estudio en los viajes, de acá para allá, alquiler de libros, fotocopias de manuales, horas de espera, turnos, amigos nuevos, esfuerzo, mucho esfuerzo.

Son muchos los recuerdos de la vida de estudiante, nada despreciable, poca comida, mucho sacrificio, mantenerse como se pueda. Nunca sobró nada, tampoco en los exámenes, ahí en el límite. No resulta fácil describir que hoy muchos años después, pude acceder a una Universidad Pública, ahí donde parece que somos muchos pero en verdad somos pocos. El privilegio de una Universidad, sea cual fuere, no deja de ser un motivo de orgullo para uno, para sus padres y para también todas las personas que te quieren.

Hoy recuerdo un compañero que me vendió un libro porque ya había cursado y tenía que venderlo para poder seguir con el estudio, tres bocas lo esperaban en su casa, quizás sedientas o hambrientas, no podía darse ese “lujo” de guardar los libros y formar su propia biblioteca. A muchos nos pasaba lo mismo. Quién de nosotros  no quería tener ese libro de tapa dura, de alguna editorial importante, acceder a ello era otro motivo para inflar el pecho. Pero tener ese libro en fotocopias también significaba acceder al mismo conocimiento. Ahí estaba la editorial universitaria, con los libros mucho más económicos, para tipos como yo, una salvación.  Tuve un compañero muy mayor,  que con 21 años todos te parecen viejos. Estaba ahí, en los pasillos de la facultad, vestido siempre como para una gran ocasión, para él lo era, hoy lo entiendo, él sabía que tenía la posibilidad y la tomo, mejor tarde que nunca.

Aleluya para los que pudimos acceder, en mi caso a la Universidad Pública, nunca podría haber pagado una privada. Universidad motivo de orgullo de la Argentina, de cualquier clase social, donde todo se mezcla, donde todos somos o fuimos iguales, partiendo del mismo escalón que aquel que tenía una historia, que a primera vista, le hacia las cosas más fáciles.

De acá, de la Universidad Pública, de donde surgieron cinco premios noveles, de donde egresaron Favaloro, Pérez Esquivel, Marta Minujin, Moreno Ocampo, escritores, historiadores, presidentes, actores, deportistas, músicos y muchas celebridades, que nos llenan de orgullo. Cuando los nombran no nos escondemos,  decimos: son argentinos.

Hoy  también siento ese orgullo, cuando  miro a mi facultad, aunque sea de lejos o por fotos, o cuando vuelvo a pisar sus pasillos, cuando me acompañan mis hijos. Cuando me doy cuenta que alguna vez tuve la posibilidad de ser parte de la comunidad estudiantil y ahora puedo manifestar con satisfacción que estudié ahí, con los bajones de cualquier estudiante, pero con la convicción de que el camino elegido era la forma de crecer, de formarme, de poder ascender socio-económicamente y culturalmente sobre todo.

En la facultad donde alguna vez estuvieron muchas personas queridas, que hoy ya no están, celebrando mis logros, pero también el de ellos, ahí en esas escalinatas me dijeron doctor.  Ahora lo comprendo, el orgullo y admiración que sintieron solamente se compara al nacimiento de un hijo. Ellos lo vieron, se dieron cuenta, a mí me costó muchos años, pero lo entendí. Esa maldita costumbre de naturalizar los logros.

Ahora que finalmente  lo veo, espero que lo vea nuestro presidente, que no promueva solo las redes, la ignorancia, la violencia y el resentimiento. Milei también tuvo la posibilidad de ir a estudiar a la Universidad, que comprenda que, sin ese acceso, sería un poco más burro, mas narcisista, mas ignorante de lo que es hoy. Deje de hacer creer que el crecimiento es tener un celular con redes sociales, solo embrutecen, no ayudan a crecer intelectualmente. No incentive la creación de pobres intelectuales, ya tenemos un índice muy alto de pobreza económica. Deje el teléfono de lado, póngase a trabajar, camine, vaya al interior del país, entérese de lo que pasa,   hable con los maestros, los médicos, los policías, los comerciantes, con todos, salga de la realidad virtual en la que vive. No está en la serie Black Mirror, está en Argentina y tiene responsabilidades, quizás demasiado elevadas para su capacidad, pero es lo que le toca.

Sr. Presidente, ojala pudiera volver el tiempo atrás y estudiar veterinaria, podría ser un buen profesional y canalizar su odio y convertirlo en amor a los perros. 

Gracias Universidad Pública, con sus defectos, con sus  bondades, con las características de los argentinos que la integramos, pero motivo de orgullo de la educación Pública, acá en nuestro país, en Latinoamérica y en el mundo.

 

Por: un egresado de la Univ. Pública.

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