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7 de octubre de 2025
El Fuego como Símbolo: Una Comparación entre Dos Momentos Clave de la Historia Argentina

El fuego ha sido, a lo largo de la historia, un símbolo potente de resistencia, cambio y, en ocasiones, de destrucción. En la convulsa Argentina de los años ochenta, Herminio Iglesias, un político del radicalismo, encendió un ataúd con las siglas de la Unión Cívica Radical (UCR) durante la campaña presidencial de 1983. Este acto, en medio de una crisis política y social, fue un grito desesperado que encarnaba la lucha interna y la desilusión que rodeaban al partido. La quema del cajón no solo simbolizaba el repudio a la UCR, que había conducido al país hacia una dictadura, sino que también reflejaba un momento crucial que contribuiría a la derrota de Ítalo Argentino Luder frente a Raúl Ricardo Alfonsín. En este contexto, la furia del fuego servía como metáfora de una transición que era tanto urgente como anhelada.
Casi cuatro décadas después, la historia parece repetirse de maneras inquietantes con la llegada de Javier Milei al poder. En un evento inesperado, Milei decidió presentar su libro en un recital de rock en el Luna Park, donde tomó el escenario para cantar y bailar. Este momento, aunque festivo en apariencia, se produce en el marco de una Argentina sumida en la crisis, con crecientes críticas hacia sus políticas y una popularidad en declive. El fuego, nuevamente, se convierte en un hilo conductor: el fuego de la performance del presidente contrasta con el fuego destructivo del ataúd de Iglesias, pero ambos actos reflejan momentos de desesperación y falta de conexión con el pueblo.
Las similitudes entre Herminio Iglesias y Javier Milei son inquietantes. Iglesias, al quemar el ataúd, estaba manifestando la desesperación de un sector del electorado que ya no creía en las instituciones tradicionales. De manera similar, Milei, con su estilo provocador y su discurso anti-establishment, se presenta como el salvador del pueblo, aunque sus medidas económicas han sido recibidas con escepticismo y descontento. La pregunta que surge es: ¿hasta cuándo sostendrá el pueblo a Milei?
Los ecos de la quema del cajón resuenan en el presente. En 1983, el acto de Iglesias contribuyó a la pérdida de credibilidad de la UCR, un partido que había prometido la reconstrucción del país pero que terminó enfrentándose a su propio fracaso. Hoy, los fuegos artificiales del show de Milei podrían estar encubriendo una realidad más sombría. Su popularidad, construida sobre promesas de cambios radicales, comienza a tambalear ante las medidas poco simpáticas que ha implementado. ¿Es Milei el nuevo Herminio Iglesias de 2025?
En conclusión, el fuego actúa como un recordatorio de que las promesas vacías y los gestos grandilocuentes pueden desvanecerse rápidamente cuando chocan con la dura realidad. Tanto Iglesias como Milei han utilizado el fuego –ya sea literal o figurativo– para intentar marcar un cambio, pero como la historia nos ha enseñado, el pueblo tiene la última palabra. La fragilidad de estos momentos encierra una lección: el fuego puede ser un símbolo de renacimiento, pero también puede marcar el fin de una era. ¿Será Milei capaz de navegar la tormenta que se avecina, o será consumido por las llamas de su propia ambición? Solo el tiempo lo dirá.