6 de agosto de 2024
Por qué el deporte olímpico nos atrae tanto
La Argentina, con una sola medalla hasta ahora, sigue con pasión las transmisiones. Los millonarios y exitosos -como el golfista Scheffler y el tenista Djokovic- lloran sin consuelo tras ganar el oro. Algunas razones del encanto de los Juegos
Seguís, das vuelta la hoja y te encontrás con que los dos números uno del mundo o dos de los mejores jugadores de historia del golf y del tenis, con cientos de millones de dólares en la cuenta bancaria, lloran desconsoladamente por haber ganado la medalla dorada que no les reporta ni dinero, ni contratos, ni puntos, ni nada. Es lo que pasó con Scottie Scheffler y con Novak Djokovic. Y esta es probablemente la mejor forma de entender qué pasa con los Juegos Olímpicos, qué generan los Juegos Olímpicos. Y a la vez sigue siendo intangible, sobre todo en Argentina, porque en ninguno de los casos es argentino, porque los resultados son magros, porque por suerte pasó lo del Maligno Torres, porque esto nos va a permitir seguir redescubriendo la lógica que tenemos nosotros como sociedad. Y es que ahora un montón de pibes y pibas van a querer practicar BMX, o simplemente tener una bicicleta y hacer una pirueta, que es hacer deporte, y que de eso se trata.
Es que cuando llegó Tokio estábamos en plena ola de COVID-19 y la verdad es que la mayoría de los argentinos estábamos atornillados a ver cuántos enfermos y cuántos muertos había por día. Si pintaba una nueva vacuna, si volvía Aerolíneas con la vacuna rusa, si llegaba la Pfizer y de golpe descubrimos que valía la pena mirar lucha grecorromana, tenis de mesa o gimnasia rítmica.
Pasa la gimnasia artística y te encontrás con que un chico filipino al que le había ido muy mal en los últimos Jjuegos, gana dos doradas en los individuales. Un chico que se llama Carlos Yulo. Ya no es el mainstream, ya no es Simone Biles, no son los rusos que están prohibidos. Son banderitas marginales, por decirlo de una manera. ¿Por qué? Porque estos 20 días olímpicos, del primero al último, todos los países que participan, que son más de 200, tienen alguna ilusión, tiene alguna expectativa, aunque sean falsas, aunque sean relativas, aunque sean fantasiosas. Son expectativas porque tienen atletas compitiendo.
Vas a la equitación. Palacio Versalles. No importa si salta bien o mal cuando vos tenés semejante entorno. Vas a la prueba de ciclismo en ruta, en la que gana el belga Remco Evenepoel las dos doradas. El tipo se baja y parece que está pensando más en la viralización que en la medalla. Apenas cruza la meta, toma la bicicleta, la pone delante de sí, levanta los brazos y sabe que la foto que va a salir en todo el planeta es la del ganador campeón con la Torre Eiffel atrás en la llegada de Trocadero. Más allá de lo de París inclusive, no tiene error un Juego Olímpico .