27 de septiembre de 2022
¿Para qué sirven hoy las monarquías?
Tiaras con cientos de diamantes incrustados. Banquetes de gala. Vestidos de princesa. Visitas protocolares a centros de niños refugiados donde algún heredero real pasa una tarde con ellos en medio del caos y la pobreza, y luego y se saca fotos sonriendo que más comparte en las redes oficiales de los "royals". Giras a ex colonias. Desfiles militares pomposos. Discursos en la ONU (siempre medidos). Las joyas de la corona: Dinastías. La casta.
El imaginario de la realeza, donde sus protagonistas cumplen el rol de "celebrities" inalcanzables y de elite puede parecer, ante los ojos de los países republicanos, como el nuestro, un resabio medieval arcaico e incomprensible, con olor a naftalina y una marcada intención colonial.
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Isabel II, que durante siete décadas vio el ascenso y descenso de quince Prime Ministers, supo construirse como un símbolo de estabilidad, tradición y mesura. Amada y venerada por millones alrededor del mundo (incluso en países del Sur Global que fueron ex colonias inglesas), su muerte abre preguntas acerca de la legitimidad que tendrá su heredero, el ahora rey Carlos III, al frente de la corona.
Sobre todo, porque no es precisamente de las personas más queridas de la línea Windsor, como sí lo es su hijo, el príncipe William, (todo un gentleman), casado con la intachable Kate Middleton, siempre risueña en sus stilettos, faldas tubo y de punta en blanco.
A su vez, se avivaron las tensiones dentro de la Commonwealth: países del Caribe quieren cortar lazos con esta entidad, mientras que en Escocia aumentaron las intenciones separatistas y se hará un referéndum para seguir este camino. ¿Por qué se mantienen en pie las monarquías europeas, sobre todo en territorios donde estas instituciones están continuamente cuestionadas, como en España? ¿Qué representan? ¿Qué rol juegan?
La monarquía: catalizadora de un origen mítico
“En principio tenemos que sacarnos esa visión dicotómica, que tenemos sobre todo en los países republicanos de Latinoamérica, de que las monarquías son contradictorias con la democracia”, afirma a Télam el docente e historiador de la UBA Nicolás Graciano. “Si vemos los rankings y mediciones hechas por entidades supranacionales, como la ONU, podemos observar que las monarquías de países como España, Gran Bretaña o las nórdicas, tienen los niveles de democracia más altos. De una democracia burguesa y occidental, que es un tipo de democracia, claro. En ese sentido, el sostenimiento de la democracia y la monarquía no es algo tan contradictorio”.
-Graciano, ¿por qué se sostienen las monarquías, justamente?
-Las monarquías juegan el papel de unir aquello que el proceso de construcción del Estado moderno nacional no pudo hacer mantener aglutinado, o es algo que está en tensión constantemente. Por ejemplo, en España, la nacionalidad española nunca terminó de hacer mella en todo el territorio, donde hay regionalismos muy fuertes. En el caso de los Países Bajos, están conformados por pequeñas ciudades con una religión distinta y lenguas diversas, que fueron unidas bajo la figura del estatúder, que ahora es la monarquía de Orange. Y en el caso de Gran Bretaña tenemos algo similar, solo que hay cierto imperialismo interno dentro de las islas británicas.
“Las coronas también cristalizan un mito de origen -sostiene Graciano-. La monarquía inglesa tiene que remontarse a Guillermo El Conquistador, en el año mil. Para meter algo cholulo (porque lo cholulo siempre aparece) los Windsor se cambiaron el apellido, porque son de origen alemán, y durante la Segunda Guerra Mundial no daba que la familia real inglesa tenga un apellido alemán, obviamente. Otra pregunta que podemos hacernos: ¿Felipe de Edimburgo, el esposo de Isabel II, era inglés o griego? Porque su padre era griego (aunque asumió el apellido materno). Si siguiéramos las reglas de la monarquía, lo lógico es que sea Felipe Mountbatten Windsor. Sin embargo, la monarquía hace todo lo posible para mantener esa línea recta que nace desde Guillermo El Conquistador hasta la actualidad”.
Haciendo historia
Siguiendo este rastro, el doctor en Historia, docente de la Universidad de San Martín y becario Postdoctoral Andrés Gattinoni, recalca que la monarquía “se sostiene y se legitima por el papel que desempeña en ese sistema político"
-Gattinoni, ¿cómo se valida la monarquía británica, desde un punto de vista histórico? ¿A qué hechos responde, dentro de la historia inglesa?
Desde el punto de vista histórico, quizás habría que decir que el régimen de monarquía parlamentaria que caracteriza a Reino Unido se estableció con la llamada ‘Revolución Gloriosa’, de 1688. Es un poco largo desarrollar cómo se llegó allí. Pero digamos que entre 1640 y 1660 había habido otra revolución, mucho más violenta, que por primera vez en la historia había juzgado públicamente y ejecutado a un rey (Carlos I, en 1649) y había establecido una república. Esa república tuvo una vida corta e inestable (entre 1649 y 1660), le siguió una Restauración de la monarquía que también tuvo sus problemas. Ante el miedo a volver a la misma situación de 1640, la élite política inglesa acordó un golpe de Estado para desplazar al rey Jacobo II y reemplazarlo por su hija María y su esposo Guillermo de Orange. Los nuevos reyes aceptaron gobernar con un Parlamento que limitaba el alcance de su poder. La premisa que legitimaba este nuevo orden político era la de la soberanía popular (por oposición a la de la soberanía por derecho divino).
-Si nos remontamos en el tiempo, ¿qué más simboliza la realeza, además de su rol de unidad nacional?
-En algunos relatos nacionales del siglo XIX que fueron muy influyentes, la Revolución Gloriosa quedó como ejemplo de la moderación británica en comparación, sobre todo, con los excesos de la Revolución Francesa. Porque fue una revolución (bastante) pacífica y ordenada. Desde ese punto de vista, la constitución británica con su monarquía parlamentaria sería expresión de esa moderación. Una moderación alcanzada, por cierto, después de las sangrientas guerras civiles de mediados del siglo XVII. Pero entonces ahí la monarquía se legitima como expresión de moderación (por su carácter limitado) y garantía de estabilidad (frente a los conflictos y las mutaciones que supone la democracia).
-¿Cómo se modificó el papel de los reyes a lo largo del tiempo?
-Fue mutando. En el siglo XVIII surgió la figura del primer ministro y, sobre todo en el XIX, los reyes fueron perdiendo cada vez más su rol de gobierno hasta llegar a la situación actual. Hoy el rey es el jefe de Estado, pero la jefa de gobierno es la primera ministra. El rey no tiene funciones de gobierno, sino mayormente simbólicas y protocolares. En esa mutación que se da sobre todo en el último tercio del siglo XIX, el lugar de la monarquía y su forma de legitimarse fue cambiando.
-¿Cómo caracterizaría al reinado de Isabel II dentro de este contexto?
-Isabel II intentó reforzarse en ese lugar. Se abstuvo fuertemente de intervenir políticamente, cultivó un silencio enigmático pero muy consecuente, y se presentó siempre en ese lugar de garantía de estabilidad y unidad. Por supuesto, una cosa es lo que se proyecta y otra lo que es. Pero en términos generales su forma de legitimarse va por ahí. Otros aspectos de esta imagen que trató de presentar Isabel son la de alguien que pone su deber público por encima de todo (sobre todo por encima de sus intereses personales y relaciones familiares). Y esto se refleja también en las representaciones de ella como madre (una madre más para sus súbditos que para sus propios hijos).
Terremotos separatistas
A pesar de estos recorridos históricos, actualmente las monarquías están fuertemente cuestionadas, no solo por su rol cómplice en delitos de lesa humanidad y genocidios en el Sur Global o países como Irlanda, sino también en su función como centro unificador.
“En el caso de Isabel, uno le jura fidelidad a la corona, de la misma forma en que nosotros le juramos fidelidad a la bandera, es casi algo inconsciente. La cuestión de la fidelidad está atada a la institución, no a la persona. En la teoría esto se conoce como Los Dos Cuerpos del Rey. Está, en primer lugar, el cuerpo biológico y luego el espiritual, que mantiene viva la monarquía cuando el ‘de carne y hueso’ muere, hasta que asume otro rey. Es segundo el corpus legal y espiritual”, afirma Graciano.
“En el caso de Escocia, la gente le tenía fidelidad y cariño a Isabel, pero tal vez no tanto a la monarquía. Por eso, es posible que Carlos III no llegue a tener la misma legitimidad que lograba catalizar su madre y ya estamos viendo expresiones que buscan independencia de la Commonwealth. En el caso de Escocia también se suma el tema del Brexit”, sostiene.
Como suele suceder, el mundo futbolero es reflejo de estas tensiones sociales. En Escocia, durante un partido reciente, los hinchas del Celtic boicotearon un homenaje a Isabel II. Como las autoridades de la Premier League anticiparon que un minuto de silencio para honrar a la monarca podría ser una oportunidad para abuchear a la monarquía, incitaron a un minuto de aplausos para evitar que este homenaje sea frustrado. Sin embargo, los hinchas del Celtic dejaron en ridículo a los dirigentes desplegando una pancarta gigante que decía “Si odias a la familia real, APLAUDE”.
Por otro lado en Irlanda, los fans del Shamrock Rovers cantaron: “Lizzi is in a box” (Isabel está en el cajón), en el estadio de Dublin. En Irlanda del Norte, durante otro encuentro deportivo, no faltaron las cornetas, los silbidos y el despliegue de banderas irlandesas.
-Graciano, ¿por que en países donde hubo genocidios vinculados a la monarquía inglesa, como en Jamaica, estos territorios no se terminan de ir de la Commonwealth?
-Hay dos líneas de pensamiento. Por más de que hoy sean países independientes, hay elites entreguistas o colaborativas que siguen existiendo. Esto nos habla de una neo colonización. Es decir: son independientes, sí, pero económicamente no. La Commonwealth implica ciertos beneficios comerciales para países que en solitario no podrían ser económicamente viables (más allá de que ninguno lo sea), pero me refiero a que no tienen recursos diversificados, como Brasil, por ejemplo. Por otro lado, si Jamaica se corta de la Commonwealth, ¿qué otro lugar puede ocupar? ¿La Celac está lo suficientemente desarrollada para integrar a estos países? ¿Qué organismo podría recibirlo?
-Dada la poca simpatía que genera Carlos III, ¿hay chances de que se parta la monarquía?
-No vamos a hacer futurología, pero si todo sigue este curso, y eventualmente Escocia se va, la monarquía no va a caer, solo va a perder un reino. Hay un proceso de legitimación que es constante, y eso tiene que construirse. Tenemos que ver si Carlos III logra legitimar su figura y capitalizar la validación que tenía Isabel, que no es necesariamente la que tiene la monarquía británica.
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