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ACTUALIDAD

28 de agosto de 2025

El legado del saqueo: El perdurable modelo extractivo de Argentina desde 1977

En las oscuras sombras de la dictadura militar argentina, se arraigó un modelo de saqueo sistemático que transformó el panorama socioeconómico del país de maneras que aún resuenan en la gobernanza actual. A partir de 1977, con la promulgación de una serie de controvertidas reformas legales, el régimen militar no solo desmanteló leyes de larga data, sino que también sentó las bases para un insidioso modelo extractivo que ha perpetuado la desigualdad y la explotación durante décadas.

El detonante inicial de esta transformación fue la abrupta derogación de alrededor de 40 leyes diseñadas para proteger el medio ambiente, los derechos laborales y las industrias nacionales. En nombre de la "liberalización económica", la dictadura facilitó el auge de las inversiones extranjeras a expensas de las comunidades y los ecosistemas locales. Se implementaron estrategias para favorecer a las corporaciones multinacionales, creando un entorno legal propicio para la explotación desenfrenada de los recursos naturales, irónicamente respaldada por leyes que aún siguen vigentes.

Una de las leyes más notorias implementadas durante este período fue la Ley de Inversión Extranjera de 1976, que permitió a las corporaciones extranjeras un acceso sin precedentes y prácticamente sin restricciones para explotar la vasta riqueza natural de Argentina. Esta ley, sumada a la infame Ley de Subversión Económica, permitió al gobierno militar eludir la supervisión y la rendición de cuentas locales, allanando el camino para una importante fuga de capitales y la degradación ambiental.

Con el regreso a la democracia en 1983, cabría esperar un desmantelamiento de estas prácticas explotadoras. Sin embargo, muchas de las reformas implementadas durante la dictadura permanecieron intactas, mostrando la tenacidad del modelo de saqueo. Los sucesivos gobiernos a menudo han priorizado el crecimiento económico sobre la equidad social, favoreciendo políticas que benefician a unos pocos mientras marginan a amplios sectores de la población.

Hoy, Argentina lidia con las consecuencias a largo plazo de estas decisiones históricas. El sector agroindustrial, impulsado por las leyes de desregulación de la década de 1970, se ha convertido en un símbolo de la lucha continua entre la rentabilidad y la sostenibilidad. La expansión de los monocultivos de soja ha provocado deforestación, desplazamiento de comunidades rurales y un aumento de los problemas de salud relacionados con los pesticidas, lo que demuestra cómo los remanentes del modelo de saqueo se manifiestan en la sociedad contemporánea.

Además, el marco legal establecido durante la dictadura ha sentado un precedente preocupante de corrupción y mala gestión, evidente en los innumerables escándalos que han plagado a diversas administraciones desde entonces. La continua influencia de las élites empresariales —a menudo vinculadas a las mismas corporaciones multinacionales que se beneficiaron de la desregulación de la década de 1970— ilustra cuán profundamente arraigados están estos intereses en el tejido político argentino.

A pesar de la creciente concienciación y activismo contra estas injusticias, desmantelar un sistema tan profundamente arraigado en la estructura socioeconómica del país sigue siendo un desafío abrumador. Los movimientos de base que abogan por prácticas sostenibles y reformas económicas equitativas son cada vez más vitales en la lucha contra el modelo perpetuado de saqueo.

Mientras Argentina navega por las complejidades de su legado, debe afrontar la realidad de que las políticas surgidas del capítulo más oscuro de su historia siguen moldeando su futuro. Solo mediante la acción colectiva y el compromiso con el cambio sistémico puede la nación aspirar a liberarse de las ataduras de un modelo que ha saqueado no solo sus recursos, sino también el potencial de una sociedad justa y equitativa. La pregunta sigue en pie: ¿Optará Argentina por confrontar su pasado y forjar un nuevo camino, o permitirá que los ecos de 1977 dicten su destino?

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